El pasado 28 de abril, Armand, un joven de origen Camerunés estudiante de la UPV, fue deportado tras ser identificado en un control de la policía. De nada sirvió que Armand les explicara que llevaba viviendo en Araba desde los 14 años ni que les contara que no tenía ningún familiar ni conocido en Camerún.
Su único delito: no haber renovado su permiso de residencia.
Ésto es sólo un ejemplo de cómo se entiende la ciudadanía hoy en día, como un simple mecanismo de exclusión que convierte derechos universales en privilegios.